Hay días que duermes hasta las 9,30 y no me lo creo ni yo, no se que hacer con ese tiempo precioso que me regalas de vez en cuando, quiero hacer miles de cosas y al final no hago nada porque pienso que seguro que si empiezo algo te despiertas y lo tengo que dejar a medias.
Y hay otros días como hoy, que te despiertas a las 6,30 y ya no hay manera de que te vuelvas a dormir, así que hemos ido a dar los buenos días a los juguetes del comedor y nos hemos encontrado con unos rayos de sol tan bonitos en el sofá que había que fotografiarlos.
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